Juan Muro
2008-06-27 19:12:35 UTC
Estos días la crítica de arte anda muy revuelta con la 'penosa' noticia de
que el Coloso, de Goya, no es atribuible ahora al pintor genial. Parece ser
una 'obra menor' (¡!) de un artista del Taller, (poco menos que un pobre
desgraciado que aprendía del maestro) y claro, queda minusvalorado en los
mercados de la maza y la pajarita y se le adjudica excasamente el mérito de
decorar el rincón de la morralla. Yo recuerdo haber estudiado al Coloso,
cuando era niño, como una rareza del pintor de zaragoza, otra crítica
desgarradora contra el terror de la guerra y personalmente siempre ha sido
una obra que me ha sobrecogido, porque tenía (bueno, aún no la han roto)
mucho de enigmática con la imágen del gigante casi fundiéndose con el
paisaje de una manera que entonces solo se permitía los autores árabes y sus
historias bagdadíes. Genial Goya, sordo cabrón y de un corazón tan enorme
como su talla cuya mente poblada de sueños se debatía por mantenerse en la
parte verdadera de la imaginación. Ahora resualta que una de tus obras más
sorprendentes no es tuya, pues si es tan mala ¿cómo coño no se dieron cuenta
antes?. Lo cierto es que ya hace años varios especialistas expusieron sus
dudas al respecto, porque ahora en los museos a las pinturas se les mira
todo (algún día hablaré sobre lo que exactamente se les hace a los cuadros
para analizarlos), pero no hablo hoy de los especialistas, sino de los
críticos que acomodados en sus poltronas academicistas y solo por estudiar
lo que dicen otros, se atribuyen el poder de menospreciar una obra tan
inmensa que tiene un hueco en la mente colectiva de los españoles y que
además hacen que el mercado del arte no tenga nada que ver con el arte mismo
porque demuestra una vez más que lo que se cotiza es el nombre del autor, no
la obra en sí misma.
Porca miseria.
Salu2
`8¬]
Juan Muro
que el Coloso, de Goya, no es atribuible ahora al pintor genial. Parece ser
una 'obra menor' (¡!) de un artista del Taller, (poco menos que un pobre
desgraciado que aprendía del maestro) y claro, queda minusvalorado en los
mercados de la maza y la pajarita y se le adjudica excasamente el mérito de
decorar el rincón de la morralla. Yo recuerdo haber estudiado al Coloso,
cuando era niño, como una rareza del pintor de zaragoza, otra crítica
desgarradora contra el terror de la guerra y personalmente siempre ha sido
una obra que me ha sobrecogido, porque tenía (bueno, aún no la han roto)
mucho de enigmática con la imágen del gigante casi fundiéndose con el
paisaje de una manera que entonces solo se permitía los autores árabes y sus
historias bagdadíes. Genial Goya, sordo cabrón y de un corazón tan enorme
como su talla cuya mente poblada de sueños se debatía por mantenerse en la
parte verdadera de la imaginación. Ahora resualta que una de tus obras más
sorprendentes no es tuya, pues si es tan mala ¿cómo coño no se dieron cuenta
antes?. Lo cierto es que ya hace años varios especialistas expusieron sus
dudas al respecto, porque ahora en los museos a las pinturas se les mira
todo (algún día hablaré sobre lo que exactamente se les hace a los cuadros
para analizarlos), pero no hablo hoy de los especialistas, sino de los
críticos que acomodados en sus poltronas academicistas y solo por estudiar
lo que dicen otros, se atribuyen el poder de menospreciar una obra tan
inmensa que tiene un hueco en la mente colectiva de los españoles y que
además hacen que el mercado del arte no tenga nada que ver con el arte mismo
porque demuestra una vez más que lo que se cotiza es el nombre del autor, no
la obra en sí misma.
Porca miseria.
Salu2
`8¬]
Juan Muro